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Las bandas expulsaron al gobierno de Haití. Un líder criminal buscado por el FBI afirma que están liberando al país

Alexandra Ferguson

Puerto Príncipe, Haití (CNN) — La foto de Vitel’homme Innocent en la lista de los diez más buscados del FBI sugiere a un hombre enloquecido: ojos desorbitados y salvajes, dientes al descubierto. Es la foto que cabría esperar del líder de una banda acusada de desestabilizar una nación, que afirma estar bajo protección divina y por cuya cabeza se ofrece una recompensa de US$ 2 millones por presuntos secuestros.

En persona, proyecta una imagen diferente, al menos para los invitados. Poderoso, sí, rodeado de acólitos armados que saltan ante su mirada, pero también cuidadosamente solícito, con una nevera llena de sándwiches para sus visitantes y una tendencia a filosofar en la conversación.

Tras semanas de negociaciones, CNN se adentró en el mundo del crimen organizado en Haití a principios de este mes para hablar con Innocent, cuyo grupo armado Kraze Baryé forma parte de los grupos armados aliados que han sumido a Haití en una crisis de anarquía. Es una voz influyente entre los líderes de las bandas del país, y uno de los que cree que hay que restablecer la paz. ¿Pero en qué condiciones?

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La semana pasada, a las afueras del distrito de Tabarre, en Puerto Príncipe, la capital de Haití, un camión nos condujo a través de un laberinto de tortuosos caminos de terracería, pasando por puestos de control vigilados por guardias armados con pasamontañas y máscaras de Halloween. Atravesamos lo que antaño fue un barrio acomodado. Las buganvillas rosas aún se derramaban por encima de los altos muros y un campo de fútbol verde se abría a unas vistas gloriosas de la ciudad.

Ahora es casi una ciudad fantasma. Coches y motos empezaron a seguirnos, con sus conductores enmascarados y armas largas asomando por las ventanillas. Algunos vehículos llevaban las banderas rojas y azules de un convoy diplomático.

Un miembro de Kraze Baryé en Puerto Príncipe, Haití, el 18 de abril de 2024. Crédito: Evelio Contreras/CNN

Al cabo de unos 45 minutos, un automóvil dorado se puso delante y se detuvo. Innocent se bajó del vehículo. Era delgado y aparentemente venía desarmado, vestido con un traje batik de rayas brillantes y mocasines blandos, con una maraña de cadenas de oro y una cruz colgada al cuello. Nos condujo al interior de una mansión rococó, en la que elaborados sillones y sofás de terciopelo dorado, vitrinas de cristal y arreglos florales de plástico dejaban entrever la presencia de anteriores propietarios.

Nos sentamos, quitando los osos de peluche de los asientos para hacer sitio, y hablamos del futuro.

“El Haití que teníamos, el Haití perla de las Antillas en el que crecimos, aún podría volver a ser el más hermoso”, dijo Innocent, hablando suavemente en criollo haitiano. “Un día, alguien podría sentarse en Champ de Mars y tomarse un helado”.

Hoy, el emblemático parque Champ de Mars de la capital es una zona de guerra entre bandas y policía. Tras años de agitación política, negligencia institucional y una serie de brutales catástrofes naturales, la mala suerte de Haití llegó a su punto más bajo el mes pasado con una ola de violencia de bandas sin precedentes que ha cerrado Puerto Príncipe.

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El principal puerto marítimo y el aeropuerto de la ciudad están a oscuras. Los ministerios han sido ocupados por refugiados que huyen de los ataques de las bandas. Los cadáveres yacen entre la basura sin recoger en las calles y en los barrios aún libres del control de las bandas han surgido vigilantes llenos de miedo, que matan y queman a los forasteros sospechosos.

Los signos de la disfunción de la ciudad eran evidentes dentro del bastión de Kraze Baryé. Dentro de la enorme casa de Innocent, el aire estaba quieto y caliente; sus soldados se afanaban por poner en marcha un generador de aire acondicionado o un ventilador. Nadie se había molestado en retirar el sedán destrozado que seguía junto a la piscina, con las ventanillas reventadas y cuatro ruedas pinchadas.

Pero el hombre del sofá dorado prefería hablar de un futuro mejor, un futuro que, según él, las bandas de Haití están dispuestas a abrir.

Sentarse con uno de los líderes de las bandas de Haití es controvertido en el país, dado el sufrimiento y el terror que los grupos armados han sembrado durante mucho tiempo. Los incendios provocados y las violaciones colectivas son las tácticas preferidas de las bandas para someter a la población civil, según los expertos, y Naciones Unidas ha registrado el asesinato de al menos 1.660 personas y el secuestro de al menos 438 personas (incluidos 21 menores) vinculadas a las bandas solo en los primeros 90 días del año.

El propio Innocent está sancionado por las Naciones Unidas por los numerosos abusos contra los derechos humanos cometidos por Kraze Baryé bajo su liderazgo, y está buscado por la Policía Nacional de Haití por secuestro extorsivo, asesinato, violación, violencia sexual armada, robo de vehículos, robo y destrucción de bienes. Su grupo es conocido por atacar directamente a la Policía Nacional de Haití y ha intentado apoderarse de algunos de los barrios más ricos de Puerto Príncipe.

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En su primera entrevista con la prensa extranjera, Innocent no negó las muertes, los incendios provocados, las violaciones ni los secuestros cometidos por las bandas aliadas de la ciudad, y declaró a CNN que ha cometido algunos errores. Pero calificó los últimos meses de violencia callejera mortal como daños colaterales. Las muertes, tanto accidentales como extrajudiciales, también han sido causadas por la policía, señala, alegando que se niega a dialogar. De lo único que se arrepiente, dice, es de haberse metido en la política.

Llegada a una casa controlada por una banda en Tabarre, Puerto Príncipe, Haití, el 18 de abril de 2024. Crédito: CNN

Las bandas y los oligarcas

Innocent, de 37 años, describe la amplia alianza de bandas que atacan las instituciones de Haití como una empresa progresista. “Nuestro sueño es deshacernos de los oligarcas que impiden que el país progrese”, dijo sobre la coalición de bandas que se hace llamar Viv Ansanm o “Vivir Juntos”.

En febrero, Viv Ansanm lanzó un asalto sin precedentes contra el Estado haitiano, atacando comisarías, prisiones, edificios gubernamentales, hospitales, el palacio nacional, la biblioteca nacional, buques de carga y la compañía pública de electricidad. Sus ataques coincidieron con una visita del entonces primer ministro Ariel Henry a Nairobi para mantener conversaciones sobre la posibilidad de que Kenya liderara una fuerza de seguridad multinacional para reforzar la Policía Nacional de Haití.

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Henry acabó dimitiendo, como exigía Viv Ansanm, pero Innocent afirma que las bandas se oponen ahora al consejo de gobierno de transición creado para sustituirlo.

La solución de Innocent: “Sentarse y escuchar a Viv Ansanm”.

Entonces, sugiere, “habrá una resolución lo antes posible”.

Critica al consejo de gobierno por ser más de lo mismo, y dice que ya es hora de que se vayan las viejas élites políticas, una opinión que comparten muchos en Haití. Pero las bandas han mantenido durante mucho tiempo una relación simbiótica con los gobernantes de la nación, que utilizaban a los grupos armados para presionar a sus rivales mediante secuestros y otros ataques.

La relación continúa hoy en día, aunque las bandas de Haití actúan cada vez más de forma independiente para amasar dinero y poder, según los expertos,

“Sí, tengo un grupo armado. Yo los dirijo”, afirma Innocent cuando se le pregunta por la implicación de Kraze Baryé en los secuestros. “Pero si lo piensas realmente, ¿tendrían estos tipos alguna idea de a quién secuestrar y a quién no? En absoluto”.

“En realidad son las mismas personas que se sientan con (la organización regional) CARICOM para representar al país. Si decides bloquearlos, nos llamarán y nos dirán: ‘Tengo tal y tal trabajo… Arréglanoslo’. Y entonces te enteras de que secuestraron a tal o cual. O que han tomado a tal persona como rehén”, dice.

Coches abandonados en la carretera entre la Embajada de EE.UU. y el bastión de Kraze Baryé en Puerto Príncipe, Haití, el 28 de abril de 2024. Crédito: Evelio Contreras/CNN

Son los funcionarios corruptos los que hoy canalizan armas y municiones a las bandas, dijo.

“Pongamos un ejemplo claro. No podemos viajar. No podemos importar. No podemos exportar. Sin embargo, siempre llegan armas. Siempre hay balas. Y no tenemos representantes en la frontera. No tenemos representantes en las aduanas. Sin embargo, todos estos materiales pasan exactamente por estos canales. ¿Cómo llegan hasta nosotros?”, afirma.

La corrupción que describe no es ningún secreto. Haití ocupa actualmente el puesto 172 de 180 países en el Índice Mundial de Percepción de la Corrupción. En el último año, las sanciones de Canadá y Estados Unidos han acusado a antiguos primeros ministros y presidentes de Haití (entre otras docenas de haitianos influyentes) de corrupción y financiación de las bandas del país, entre otros delitos.

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Conduciendo a CNN por su territorio, Innocent dijo que recuerda a los ancianos locales cultivando en Tabarre durante su juventud en las décadas de 1980 y 90. “Por supuesto, entonces podíamos cosechar”, recuerda. Hoy, culpa a la dependencia de Haití de los alimentos importados como una muestra más de cómo el país ha sido mal gestionado por la clase alta, robando a la gente corriente toda oportunidad económica.

Antes de alzarse en armas, afirma, sus propios negocios legítimos, incluidos un negocio de construcción, un hotel y una empresa de alquiler de coches, fueron destruidos por los poderosos intereses empresariales de la zona.

Miembros de Kraze Baryé montan guardia en su territorio el 18 de abril de 2024. Crédito: CNN

“¿Por qué atacar a la gente corriente si intentas defender al pueblo?”

Marie-Lucie Bonhomme Opont, de 55 años, conocida periodista de radio y televisión que vivió en Tabarre, tiene una visión diferente de lo que transformó el barrio en el lugar desolado que es hoy.

Cuenta que en junio del año pasado fue asaltada por miembros de Kraze Baryé, secuestrada y llevada a conocer al propio Innocent. “Era medianoche y yo estaba durmiendo cuando, de repente, oí un alboroto tremendo en el piso de abajo”, recuerda. “Unas 30 personas armadas irrumpieron en mi casa y empezaron a saquearla, llevándose cosas, incluso comida de la cocina”.

Los ladrones exigieron dinero y luego, aparentemente insatisfechos, se la llevaron con ellos. Condujeron durante unos 45 minutos, según Opont.

“Estaba muy asustada, unos bandidos entrando en mi casa. Me sorprendió que esto pudiera ocurrir en mi propia casa. Sé que son violadores, han cometido violaciones atroces y otros delitos”, afirma.

Finalmente se detuvieron en la oscuridad. Opont cuenta a CNN que el propio Innocent se acercó entonces a su coche y le preguntó si reconocía su voz. “Por supuesto que sí”, dice. “Solía dar ruedas de prensa y era muy activo en las redes sociales”.

Él también pareció reconocerla, dirigiéndose a Opont por su nombre. “Claro que sabía quién era”, dice ella. “Todo el mundo en el barrio sabe que esa es nuestra casa. Pero por qué me llevaron, no lo sé. Todavía me lo pregunto”. La soltaron a la mañana siguiente sin dar explicaciones.

Su marido, secuestrado una semana después, no recibió el mismo trato. Retenido a la fuerza durante varios días sin su medicación, Pierre-Louis Opont fue liberado por Kraze Baryé solo después de que extrajeran de su familia el pago de un cuantioso rescate, cuenta ella.

Se mudaron de Tabarre inmediatamente. “Es lo que en Haití llamamos un territoire perdue”, dice de su antiguo barrio, un territorio perdido.

“Es una zona roja”, explica Opont. “Unos días después del secuestro de mi marido, unos pandilleros se instalaron en una casa cerca de la carretera principal y disparaban a los vehículos que pasaban”.

No tiene paciencia con la pretensión de los líderes de las bandas de luchar para liberar Haití.

“¿Por qué atacar a la gente corriente si lo que pretenden es defender al pueblo?”, se pregunta. “Todo el barrio está constantemente aterrorizado por bandidos armados. ¿Cómo pueden las bandas decir que trabajan por el bien del país cuando también cometen secuestros, cuando tantas mujeres han sido víctimas de brutales violaciones?”.

Dentro del territorio de Kraze Baryé en Puerto Príncipe, Haití, el 18 de abril de 2024. Crédito: Evelio Contreras/CNN

“Depredador y protector”

Varios de los compañeros de Innocent se han forjado una imagen pública a través de la prensa y las redes sociales. El expolicía Jimmy Chérizier, conocido como Barbeque, se presenta como un Robin Hood. Izo, de la banda “Five Second”, que opera cerca del principal puerto del país, es también un músico que comparte videos musicales en internet. Y Lanmo Sanjou, líder de los 400 Mawozo (400 Idiotas), fue fotografiado recientemente fumando puros con un influencer en las redes sociales.

Aunque son aliados, y a veces se reúnen por videoconferencia, la alianza Viv Ansanm no significa necesariamente amistad. Acompañando a CNN hasta el límite de su territorio, Innocent nos enseñó el cauce de un río y un frondoso paisaje arbolado. Pero nos advirtió repetidamente de que no debíamos quedarnos mucho tiempo, ya que sus tropas se desplegaban en calzado deportivo y sandalias, con una variopinta variedad de armas preparadas.

Más tarde nos enteraríamos de que al otro lado del cauce del río estaba el territorio de 400 Mawozo, que presuntamente ha cooperado con Kraze Baryé en secuestros y también intentó matar a Innocent por una disputa de tierras, según dos expertos en seguridad del país.

Vista del cauce de un río en dirección al territorio de la banda haitiana 400 Mawozo el 18 de abril de 2024. Crédito: Evelio Contreras/CNN

En otros lugares de su vecindario, Innocent se afanaba en mostrar su liderazgo a la población local, una postura que coincide con el papel de “depredador y protector” que los expertos de la ONU describen de los pandilleros haitianos, que funcionan como autoridades locales al tiempo que extorsionan a los negocios locales para pagar sus nóminas.

Kraze Baryé emplea a unos 100 hombres y mujeres, según el lugarteniente y primo de Innocent, el rubio blanquecino Dezod Augustin, de 34 años. El día de la visita de CNN, varios miembros de la banda llevaban camisetas personalizadas con osos de peluche en la parte delantera y letras en la trasera que decían “Unidad de Seguridad de la Zona de Tabarre”.

Caminando lentamente por una calle sin asfaltar llena de vendedores, Innocent podría haber sido cualquier político en una reunión local, deteniéndose a masajear el pie herido de una anciana del mercado y presentando a CNN a dos ciegos que había tomado bajo su protección, culpando al Estado haitiano por no cuidar de ellos.

Pero a medida que se acercaba el toque de queda nocturno, empezaron a aparecer botellas de cerveza y licor en las manos de nuestra comitiva. Innocent detuvo nuestra procesión en un puesto de comida a un lado de la carretera y pidió montones de cerdo guisado y plátanos fritos para compartir. El vendedor, un hombre de mediana edad, cumplió en silencio, sin mostrar reacción alguna ante los ayudantes armados de Innocent o los visitantes extranjeros.

Los expertos en derechos humanos de Haití advierten del peligro de tomarse al pie de la letra las manifestaciones de liderazgo comunitario.

“Los líderes de las bandas hablan de liberación y de representar al pueblo para atraer el apoyo popular”, advierte Gedeon Jean, un analista de derechos humanos de Puerto Príncipe que ha seguido durante años el aumento de los secuestros cometidos por las bandas.

“Pero lo único que quieren es más poder y un Estado que se acomode a su delincuencia”.

Un vendedor ambulante que vive en el territorio de Kraze Baryé en Puerto Príncipe, Haití, el 18 de abril de 2024. Crédito: Evelio Contreras/CNN

Una isla estadounidense en el país de las bandas

A menos de una milla de todo esto se encuentra la Embajada de EE.UU., con soldados apostados en su tejado para vigilar constantemente los matorrales que la rodean. Justo la semana pasada, miembros de Kraze Baryé atacaron un barrio civil cercano, sacando a unas 150 personas de sus casas en la oscuridad y disparando a un hombre en el corazón, según un testigo presencial.

Como isla dentro del territorio de Innocent, el complejo diplomático es una inversión de la propia relación de Haití con Estados Unidos; aquí, Kraze Baryé es la temible potencia regional, que domina los barrios de Torcell, Tabarre y Delmas por los que los estadounidenses deben cruzar para llegar a su embajada.

Esta incómoda geografía también significa que Innocent se encuentra entre el resto de las bandas de Haití y Washington, cuya capacidad y apetito de intervención militar en el caos sangriento del país son objeto de constante especulación en el país.

Hasta ahora, Estados Unidos ha tratado de eludir cualquier implicación militar en Haití. Más bien, el Secretario de Estado Antony Blinken anunció en marzo que Estados Unidos aportaría US$ 300 millones a una misión multinacional de apoyo a la seguridad del país. Pero hasta ahora, solo se han depositado US$ 18 millones en un Fondo Fiduciario gestionado por la ONU para la misión, de los que US$ 8,7 millones han sido aportados por Canadá, US$ 3,2 millones por Francia y US$ 6 millones por Estados Unidos.

La misión dirigida por Kenya, que también incluiría personal de Bahamas, Bangladesh, Barbados, Benin, Chad y Jamaica, está actualmente en suspenso debido a la preocupación por la inestabilidad política de Haití.

Y a pesar de su condición de “más buscado”, o tal vez debido a ella, Innocent parece interesado en que la relación de Kraze Baryé con la embajada siga siendo de buena vecindad. “Es un honor que un país tenga su embajada cerca de nosotros, es porque quiere colaborar con nosotros”, dijo Innocent.

El mes pasado, docenas de helicópteros realizaron una serie de vuelos de evacuación de emergencia para ciudadanos estadounidenses, aterrizando y despegando junto al edificio de la embajada, una operación de alto riesgo que cualquier miembro de Kraze Baryé habría podido frustrar fácilmente con unos cuantos disparos. Pero los vuelos llegaron y se fueron sin incidentes.

Vitel’Homme Innocent, buscado por el FBI. Crédito: FBI

Innocent se desentiende cuando se le pregunta sobre las acusaciones de las autoridades estadounidenses de que estuvo implicado en el secuestro en 2021 de más de una docena de misioneros estadounidenses y canadienses, incluidos niños pequeños, que permanecieron cautivos durante semanas; y en un ataque en 2022 contra la casa de una pareja de ancianos estadounidenses que se saldó con la muerte de una mujer y la toma de su marido como rehén para pedir un rescate antes de su liberación final.

Innocent se limita a decir que la justicia no le ha dado la oportunidad de responder a las acusaciones de Estados Unidos, pero que estaría dispuesto a defenderse ante los tribunales.

“Creemos en la ley. Queremos tomar la mejor decisión, consultar con un abogado y seguir el debido proceso”, afirma.

En Haití, afirma, estaría dispuesto a enfrentarse al sistema judicial siempre y cuando la élite corrupta también lo hiciera. “Tenemos que deshacernos del sistema de los oligarcas, y estamos dispuestos también a responder ante el sistema de justicia de nuestro país, para que podamos ver dónde se escondía el peor de los males”.

El Departamento de Estado no respondió a las peticiones de la CNN de hacer comentarios o de hablar con el embajador estadounidense en Haití, Dennis Hankins.

Qué haría falta para deponer las armas

A pesar de todas sus demostraciones de fuerza, el control que ejercen las bandas haitianas es tenue y sus soldados suelen estar mal disciplinados y entrenados, afirman los expertos. Muchos observadores veteranos, entre ellos el exembajador de Estados Unidos Rick Barton, creen que bastaría con una pequeña fuerza de combate especializada, por ejemplo, unos cientos infantes de Marina, para detener toda la crisis y crear las condiciones adecuadas para que llegara una misión de seguridad multinacional más amplia y empezara a ayudar a la policía haitiana.

Haití ya tiene un gobierno de transición, que juró su cargo el jueves. Aún quedan por nombrar un nuevo jefe de gobierno y un gabinete, coordinar la llegada de una fuerza de seguridad multinacional para recuperar la capital y, finalmente, celebrar las tan esperadas elecciones.

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Pero las bandas haitianas mantienen que merecen un asiento en la mesa de negociaciones. Si no lo consiguen, Viv Ansanm ejercerá su influencia por otros medios, advierte Innocent.

“Lo entenderán cuando se den cuenta de que los aviones no pueden volar. Cuando vean que los inversores no pueden entrar. Cuando analicen que hay un montón de extranjeros que ya estaban en el país con proyectos que se vieron obligados a huir a sus países a esperar la estabilidad”, dice.

Innocent muestra a CNN el territorio que controla en Puerto Príncipe, Haití, el 18 de abril de 2024. Crédito: CNN

Jean, experto en derechos humanos, afirma que la dimisión del ex primer ministro Henry en marzo a instancias de la comunidad internacional fue un gran error que llevó a Innocent y a otros a un camino imposible.

La dimisión de Henry pareció validar las afirmaciones de las bandas de que son actores políticos legítimos; hoy, sienten que no se les ha dado el crédito debido, afirma Jean.

“Piensan: ‘Nosotros hicimos dimitir a Henry, así que deberíamos participar en la transición política'”, afirma. “Pero concederles eso sólo les validaría aún más”.

Entre sus demandas, las bandas quieren una amnistía bajo cualquier gobierno futuro, dice Innocent, y un plan para el futuro de los muchos jóvenes que actualmente siguen sus órdenes, dos cuestiones que también han planteado los miembros del consejo de gobierno.

“Cuando dejemos las armas, debemos saber que tenemos un Estado que aportará un marco para el futuro. ¿Puedo decirle a alguien que suelte el arma y coja una piedra para comer? En absoluto”, afirma Innocent.

— Editado por Rachel Clarke de CNN en Atlanta.

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