ANÁLISIS | Los ataques de Israel e Irán transforman la geopolítica de Medio Oriente
Alexandra Ferguson
(CNN) — Israel e Irán han llevado al Medio Oriente a una nueva y peligrosa era al eliminar el tabú contra los ataques militares abiertos en el territorio del otro.
La cuestión ahora es si se han satisfecho los imperativos de cada parte de demostrar disuasión y salvar las apariencias, o si los enemigos están destinados a entrar en un nuevo ciclo de escalada que podría hacer la crisis aún más peligrosa.
De forma más inmediata, la pelota está en la cancha de Irán después de que Israel llevara a cabo ataques cerca de la ciudad de Isfahán a primera hora del viernes.
Los primeros informes sugieren que la acción fue limitada y, según funcionarios estadounidenses, no tenía como objetivo instalaciones nucleares iraníes en la zona. En cambio, puede haber tenido por objeto demostrar la capacidad israelí para penetrar profundamente en Irán tras el ataque sin precedentes con misiles y drones de Irán contra Israel el pasado fin de semana, que fue en gran medida frustrado.
El Gobierno de Biden guarda silencio sobre ataques en Irán mientras intenta distanciarse de decisiones de Israel
Sin embargo, el hecho de que Israel eligiera un objetivo dentro de Irán en lugar de limitar su respuesta a los grupos iraníes en Siria o Iraq, por ejemplo, eleva significativamente la apuesta en la confrontación y plantea la posibilidad de que el enfrentamiento pueda salirse rápidamente de control.
La acción israelí del pasado fin de semana, que fue rechazada en gran medida por los sistemas defensivos israelíes, estadounidenses y aliados, siguió a un ataque israelí contra edificios consulares iraníes en Damasco, Siria en el que murieron dos altos cargos del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica.
Con el último giro de la crisis, los ataques de Israel parecían intentar probar que pueden eludir las defensas iraníes a voluntad, y en las proximidades de las instalaciones nucleares iraníes, sin crear una situación que obligara a Irán a responder con otra escalada que pudiera empujar a los rivales hacia una guerra abierta.
El riesgo de tratar de navegar por este estrecho camino es que la región está tan en vilo a seis meses de iniciada la guerra de Israel contra Hamas en Gaza y las tensiones políticas son tan agudas dentro de ambos países que es difícil para cada parte evaluar con precisión exactamente cómo podría reaccionar la otra.
Horas antes de los ataques israelíes, por ejemplo, Irán había advertido de que cualquier ataque israelí sería respondido con contundencia. El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amir-Abdollahian, dijo a CNN que esa acción sería “inmediata y al máximo nivel”.
ANÁLISIS | Irán e Israel evitaron una guerra abierta, por ahora
Aun así, los primeros indicios apuntaban el viernes a que Irán está dispuesto a poner fin a esta fase concreta de escalada sin subir otro peldaño en la escala de confrontación y que Israel, aunque ignorando los llamamientos internacionales a la moderación, podría haber tenido en cuenta las preocupaciones de Estados Unidos y Occidente sobre la posibilidad de desencadenar una gran guerra regional.
Los medios de comunicación oficiales iraníes y funcionarios del gobierno restaron importancia al ataque el viernes. Y una fuente de inteligencia regional con conocimiento de la posible reacción de Irán al ataque del viernes dijo que los ataques directos de Estado a Estado entre los dos enemigos habían “terminado”. La fuente, que no estaba autorizada a hablar públicamente, dijo a CNN que, hasta donde él sabía, no se esperaba que Irán respondiera a los ataques, pero no dio ninguna razón.
Si los acontecimientos posteriores confirman esto, Israel puede tener éxito en el cumplimiento de una máxima estratégica establecida por el presidente John Kennedy en 1963, cuando reflexionó sobre la crisis de los misiles de Cuba el año anterior, cuando dijo que la estadista debe tener como objetivo “evitar los enfrentamientos que llevan a un adversario a elegir entre una retirada humillante o una guerra nuclear”. En este caso, el peligro no era una guerra nuclear, sino una escalada a un conflicto convencional de gran envergadura que podría haber consumido toda la región y causado la muerte de muchos iraníes, israelíes y habitantes de los países vecinos. En la situación actual, ni Irán ni Israel se han visto obligados a una retirada humillante, y esa puede ser la clave para contener la situación.
Netanyahu vuelve a desafiar a Biden
El ataque de Israel contra Irán representa también un desplante del primer ministro Benjamin Netanyahu al consejo del presidente Joe Biden de tratar como una victoria la intercepción con éxito de casi todos los drones y misiles dirigidos contra Israel. El presidente había argumentado que la operación defensiva masiva demostraba que Irán no podía suponer una amenaza para la seguridad de Israel y que no eran necesarias más represalias.
Aunque parece que Israel ha hecho un esfuerzo por tener en cuenta las preocupaciones de Estados Unidos y Occidente sobre una guerra más amplia, Netanyahu ha ignorado repetidamente las súplicas de Biden, incluidos los meses de quejas de Estados Unidos sobre la conducción israelí de la guerra en Gaza y su costo para los civiles palestinos tras los atentados terroristas de Hamas del 7 de octubre. El presidente, aunque cada vez más frustrado con Netanyahu, no ha estado dispuesto a establecer líneas rojas para el primer ministro israelí ni a condicionar el uso de los envíos de armas estadounidenses en Gaza.
Pero Biden también se topó con la realidad de que Israel es un Estado soberano y, aunque depende en gran medida de Estados Unidos, es poco probable que permita que un ataque aéreo masivo dirigido contra su territorio quede sin respuesta. Tras los últimos acontecimientos, Washington se está concentrando en un nuevo esfuerzo para evitar que las tensiones sigan aumentando, al tiempo que se distancia de la acción israelí.
“En lo que estamos centrados, en lo que está centrado el G7, y de nuevo se refleja en nuestra declaración y en nuestra conversación, es en nuestro trabajo para rebajar las tensiones”, declaró el secretario de Estado Antony Blinken en una conferencia de ministros de Relaciones Exteriores de países industrializados celebrada en Italia.
La Casa Blanca dejó claro en los últimos días que no se sumaría a ninguna acción ofensiva israelí contra Irán. Pero es casi seguro que se volverá a recurrir a las fuerzas militares estadounidenses para defender a Israel en caso de una represalia iraní de gran envergadura.
De este modo, Biden podría verse arrastrado cada vez más a un conflicto militar en la región que ha intentado detener en repetidas ocasiones sin conseguirlo. Las consecuencias políticas serían graves para el presidente en noviembre, ya que el presunto candidato del Partido Republicano, Donald Trump, advierte que el mundo se está descontrolando bajo su mandato. Biden ya ha pagado un alto precio entre los votantes progresistas, jóvenes y árabes estadounidenses por su apoyo a Israel, lo que podría tener graves consecuencias para su actuación en los estados indecisos que decidirán las elecciones presidenciales. Y cualquier repunte de los precios del petróleo provocado por la incertidumbre en el Medio Oriente antes de las elecciones podría hacer subir el costo de la gasolina, lo que supondría un doloroso precio político al presidente.
Surge un panorama geopolítico escalofriante
Israel, a pesar de su poderío militar, se encuentra en una posición muy vulnerable. Actualmente lucha en tres frentes: contra Hamas en Gaza; contra otro representante iraní, Hezbollah, en un conflicto latente en la frontera libanesa; y directamente contra el propio Irán.
La amenaza de Hezbollah es especialmente grave, ya que el grupo radical dispone de decenas de miles de misiles que podrían causar una matanza en ciudades israelíes mucho mayor que la amenaza que suponían los cohetes de Hamas al comienzo de la guerra de Gaza. Una entrada a gran escala de Hezbollah en el conflicto para apoyar a Irán desencadenaría con toda seguridad una respuesta israelí masiva. Eso devolvería la guerra al Líbano, una nación ya maldecida por una desesperada historia moderna y sede de la milicia apoyada por Irán.
Los acontecimientos de los últimos días significan que incluso si la región no se inclina hacia una guerra a gran escala inmediatamente, las suposiciones previas de que Irán nunca atacaría abiertamente a Israel e Israel no atacaría suelo iraní ya se hicieron trizas.
“Incluso si se supera esta fase sin una gran represalia iraní, la realidad es que Israel e Irán van a estar enzarzados en esta lucha competitiva”, dijo a CNN Aaron David Miller, un veterano negociador de paz en el Medio Oriente para presidentes republicanos y demócratas. “No hay solución al problema de los grupos respaldados por Irán. No hay solución al hecho de que Irán es un Estado en el umbral de las armas nucleares. Y esta relación va a pender sobre la región y quizá sobre la comunidad internacional como una espada de Damocles”.
Israel se enfrentó a una intensa presión para mostrar moderación no solo por parte de Estados Unidos, sino también de las potencias europeas y árabes, varias de las cuales se unieron a la operación estadounidense e israelí de derribo de drones y misiles iraníes el pasado fin de semana. Aunque el apoyo de Estados Unidos a Israel está asegurado, la reacción de esos otros países será crítica ahora que Netanyahu decidió ignorar los consejos de los defensores de Israel.
Uno de los argumentos para que Israel no tomara represalias contra Irán había sido que podría beneficiarse de una oleada de simpatía y apoyo y empezar a reparar los lazos con los aliados que criticaron fervientemente su gestión de la guerra en Gaza. Esa oportunidad podría haberse desaprovechado ya.
Israel, sin embargo, se considera inmerso en una batalla existencial con Irán, que se ha desarrollado hasta ahora en ataques encubiertos y cibernéticos contra su programa nuclear, sus científicos y su infraestructura militar y de inteligencia. La historia demuestra que cuando los dirigentes israelíes sienten que la supervivencia de su país está amenazada, suelen actuar unilateralmente incluso cuando Estados Unidos les aconseja moderación. Tal doctrina condujo a anteriores ataques israelíes contra instalaciones nucleares en Iraq y Siria.
Al devolver el golpe a Israel tras el ataque de Damasco, Irán estaba haciendo una declaración implícita de que Israel ya no podía escapar a pagar un precio por tales ataques y que se encontraría con una respuesta directa.
Para el gabinete de guerra de Israel, que meditó durante días su respuesta a la andanada aérea iraní, la idea de que Irán disfrutaba de ventaja en su juego geopolítico de la gallina habría sido insostenible.
Malcolm Davis, analista del Instituto Australiano de Política Estratégica, declaró a Michael Holmes, de CNN, que las últimas acciones preparaban el terreno para un ciclo de escalada a largo plazo que genera inestabilidad en la región.
Pero la aparente capacidad israelí para eludir las defensas aéreas de Irán también puede restablecer la ventaja estratégica de Israel. “Creo que envía un mensaje a Teherán de que realmente son más vulnerables a los ataques israelíes de lo que les gustaría admitir”, dijo Davis.
A algunos expertos les preocupa que la nueva realidad de los intercambios directos con Israel pueda incitar a Irán que, según estiman los expertos, está a solo unas semanas de poder producir su propia arma nuclear, a precipitarse a cruzar el umbral nuclear. Esa sería una situación que ni Israel, ni probablemente Estados Unidos, podrían aceptar, por lo que el creciente peligro de los últimos días puede ser tan solo una muestra de lo que está por venir.
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