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ANÁLISIS | ¿Cuál es la estrategia militar de Rusia tras retroceder de Kyiv?

Alexandra Ferguson

(CNN) — La segunda fase de la invasión rusa de Ucrania, una ofensiva en la región oriental del Donbás, ya comenzó. La cuestión es si será más exitosa y competente que la primera fase, y si Ucrania tendrá suficientes tropas y armas para impedirla o incluso bloquearla.

El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, dijo el martes que la operación en el Donbás es “un momento muy importante de toda esta operación especial”.

El objetivo de Rusia es claro y se ha declarado públicamente: asegurar todas las regiones orientales ucranianas de Donetsk y Luhansk, partes controladas por los separatistas apoyados por Rusia desde 2014. Un segundo objetivo es aplastar la resistencia que queda en la ciudad portuaria de Mariúpol para consolidar un puente terrestre que una la región rusa de Rostov con Crimea, que Rusia arrebató a Ucrania hace ocho años.

Para ello, las fuerzas rusas que estaban desplegadas al norte y al este de Kyiv fueron redistribuidas y, en algunos casos, reconstituidas tras sufrir grandes pérdidas.

Vehículos blindados de la llamada República Popular de Donetsk circulan por una calle de Mariúpol el 18 de abril.

Ahora, estos vehículos, y otras unidades más recientes, están entrando a Ucrania desde el noreste. Los funcionarios estadounidenses estiman que Rusia ha movilizado unos 78 grupos tácticos en el este de Ucrania, con probablemente unos 75.000 soldados y se están reuniendo aún más en las regiones fronterizas rusas.

Hasta ahora, sus tácticas han sido directamente del libro de jugadas ruso: uso masivo de artillería, sistemas de cohetes y misiles seguidos por el avance de los blindados. Ciudades de Luhansk como Severodonetsk, Popasna y Rubizhne han quedado reducidas a escombros, con los suministros de electricidad, gas y agua destruidos.

Pero los avances rusos sobre el terreno han sido modestos. Ello puede deberse a que no se han tomado el tiempo necesario para reagruparse tras la derrota que recibieron en febrero y marzo.

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El Institute for the Study of War (ISW) afirma que “las fuerzas rusas no se tomaron la pausa operativa que probablemente era necesaria para reconstituir e integrar adecuadamente las unidades dañadas retiradas del noreste de Ucrania a las operaciones en el este del país”.

Los funcionarios estadounidenses evalúan que Rusia ha perdido hasta un 25% de la potencia de fuego de combate que tenía previo a la invasión.

Cercar Donbás

El análisis de CNN de las imágenes satelitales, decenas de videos de las redes sociales y las declaraciones de ambos bandos sugieren que los rusos intentan ahora avanzar sobre tres ejes.

Imagina el Donbás como un cuadrado: las fuerzas rusas ya están en tres lados, dejando solo el oeste abierto a los ucranianos para recibir los refuerzos y, si es necesario, la retirada.

Desde el sur y el este, las unidades rusas de vanguardia han avanzado, en el mejor de los casos, unos pocos kilómetros este mes. En el sur ya habían avanzado, tomando territorio de la región de Zaporiyia, vecina de Donetsk. Esta semana, han comenzado a bombardear pueblos en el interior de Zaporiyia.

Desde el norte ha habido pocos avances tras tomar la ciudad de Izium a principios de este mes.

Lo que no está claro en este momento es si los rusos pueden y quieren cambiar de marcha, y si una ofensiva mejor coordinada está a la vuelta de la esquina. El balance de la campaña de Kyiv sugiere lo contrario, pero los funcionarios estadounidenses creen que por ahora Rusia sigue llevando a cabo “operaciones de configuración… para asegurarse de que tienen la logística y el apoyo en su sitio”.

Aun así, el ISW evalúa que “es poco probable que los militares rusos hayan abordado las causas fundamentales que dificultaron las ofensivas anteriores: mala coordinación, incapacidad de llevar a cabo operaciones a través del país y la baja moral”.

Un anciano camina junto a una sección de cola sin explotar de un cohete de 300 mm incrustado en el suelo en Lisychansk, región de Luhansk, el 11 de abril.

Tácticas de Ucrania

Los ucranianos han demostrado ser estrategas astutos en este conflicto, cediendo territorio para preservar recursos y utilizando su conocimiento del terreno y su mobilidad para provocar pérdidas a las unidades rusas.

Esta semana, los soldados ucranianos salieron del pueblo de Kreminna en la región de Luhansk donde fueron sobrepasados en potencia de fuego.

Ahora deben decidir si quieren montar una defensa estática, que podría derivar en que las unidades sean destruidas o rodeadas ante la artillería, los cohetes y los tanques blindados de Rusia. La alternativa es la defensa móvil, es decir, luchar y retirarse de un terreno menos vital, golpear a los rusos cuando retrocedan y luego mantener sus líneas en el terreno que elijan.

Al mismo tiempo, los ucranianos tratarán de interrumpir las líneas de suministro rusas, sembrando la confusión y desafiando la logística y la moral rusas. Y la moral de algunas unidades rusas, que se encuentran desplegadas en su segunda ofensiva en pocos meses, puede ser frágil.

Soldados de la milicia prorrusa de la República Popular de Donetsk caminan junto a vehículos dañados durante un intenso combate en una zona controlada por las fuerzas separatistas en Mariúpol.

Uno de los objetivos rusos es la ciudad de Sloviansk, pero el territorio circundante incluye bosques, ríos y pantanos, que son difíciles de transitar y requieren equipos especializados para tender puentes. Cuando los rusos se limitan a las carreteras, como quedó claro al norte de Kyiv, son más vulnerables tanto a los drones ucranianos como a los misiles antitanque ligeros.

Los ucranianos tampoco se limitan a jugar a la defensiva; en los últimos días, pequeñas unidades han realizado modestos avances al este y al sur de Járkiv, amenazando potencialmente las líneas de suministro rusas. Si pueden mantener esto, los rusos tendrían que dedicar unidades a proteger estas líneas.

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Ya hay indicios de que las fuerzas especiales de Ucrania están operando detrás de las líneas rusas: la semana pasada se voló un puente de carretera en una ruta principal de entrada desde Rusia. También se produjeron daños inexplicables en un puente ferroviario dentro de Rusia, a las afueras de Belgorod. El Ejército de Rusia depende del ferrocarril para gran parte de su logística. En este aspecto de la batalla, el apoyo de los servicios de inteligencia occidentales puede desempeñar un papel fundamental.

Otro aspecto importante de la lucha que se avecina es el cultural. Las unidades ucranianas gozan de cierta autonomía y se les anima a explotar las oportunidades que se presentan en el campo de batalla. Incluso en ausencia de una dirección u órdenes claras, tienen la motivación para luchar. Por el contrario, la cadena de mando rusa es rígida y la cultura no fomenta el tomar la iniciativa.

Aun así, los ucranianos también se enfrentan a riesgos considerables. Están luchando, básicamente, dentro de una caja que podría cerrarse si los rusos tuvieran éxito en una o más direcciones. Tendrán que maniobrar con inteligencia, como hicieron en los alrededores de Kyiv, siempre alerta ante el riesgo de ser rodeados.

Civiles locales pasan junto a un tanque destruido durante los intensos combates en Mariúpol el 19 de abril.

Cuando Mariúpol caiga, los rusos podrán redirigir las fuerzas que se dedicaron a ese asalto, pero han quedado degradadas y agotadas por casi dos meses de combate urbano.

Sobre todo, en una carrera contrarreloj, Ucrania necesita un reabastecimiento constante de armas y municiones, gran parte de las cuales deben venir ahora de fuera del país a través de una larga línea de suministro vulnerable a ser interceptada. Necesitan más armas antitanque y defensas aéreas móviles.

Los contraataques para interrumpir la ofensiva rusa tendrían que estar protegidos desde el aire.

El martes, un alto funcionario estadounidense dijo que Washington estaba trabajando “a contrarreloj” para hacer llegar armas a Ucrania a una velocidad “sin precedentes”. Estados Unidos ha autorizado ya US$ 2.300 millones en envíos de armas y equipos a Ucrania desde la invasión.

“Lo que no tiene precedentes aquí es la cantidad de repliegues sucesivos que estamos moviendo a esta velocidad”, dijo el funcionario.

El objetivo es el Día de la Victoria

Se ha hablado de que el Kremlin quiere lograr avances tangibles para el 9 de mayo, fecha en la que Rusia celebra el Día de la Victoria, que marca la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. Al ritmo actual de progreso, eso parece poco probable. La cuestión más importante es si este conflicto se prolongará hasta el verano boreal, en una sombría guerra de desgaste.

Los militares rusos tendrían que rotar unidades, recurriendo a sus limitadas reservas, para mantener un conflicto que ya ha golpeado a sus fuerzas terrestres. Su cálculo (y la estrategia política del Kremlin) se verá afectado por la eficacia de la resistencia ucraniana y la capacidad de los gobiernos occidentales para suministrar a Ucrania más y mejor equipamiento.

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En “War on the Rocks”, Jack Watling, del Real Instituto de Servicios Unidos de Londres, afirma: “El desafío de Ucrania le ha ganado tiempo y una oportunidad no solo para evitar nuevos avances rusos en el Donbás, sino también para dar forma a la batalla más allá de ella. Si los aliados de Ucrania actúan hoy, pueden disuadir o al menos preparar una ofensiva para el verano”.

El reabastecimiento es urgente. El gobierno de Biden autorizó la semana pasada otro paquete de seguridad de US$ 800 millones, que incluía artillería y radares antiartillería. El martes, el presidente indicó que se esperan más paquetes.

Ucrania necesitará equipo ofensivo si quiere aprovechar cualquier vulnerabilidad en las líneas rusas, y eso incluye artillería pesada (como tanques listos para la batalla) así como una serie de otros sistemas.

Watling dice que no hay tiempo que perder. “Proporcionar a Ucrania sistemas móviles tácticos de defensa aérea como el National permitiría a Ucrania maniobrar cerca de la frontera rusa y retomar ciudades mientras asalta las líneas de suministro rusas”.

El National, o NASAMS, es un sistema avanzado y móvil de misiles tierra-aire.

Los gobiernos occidentales entienden que este es un momento crítico: aumentar el costo de la “operación militar especial” de Rusia hasta el punto de que sea inasequible. Los ucranianos piden a gritos más y mejor armamento, sobre todo cuando intentan mantener su fuerza aérea en vuelo.

Todavía superados en número y en armamento, necesitarán agilidad, determinación y refuerzos para mantener a raya la segunda fase de la guerra de Vladimir Putin contra Ucrania.

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