Diez países y territorios sufrieron graves inundaciones en solo 12 días. ¿Es este el futuro del cambio climático?
Rocío Muñoz-Ledo
(CNN) — Septiembre comenzó con un tifón que arrasó Hong Kong, arrancando árboles e inundando la ciudad. Fue el primero de una serie de fenómenos meteorológicos extremos que han azotado a diez países y territorios en tan solo 12 días; el más catastrófico fueron las inundaciones de Libia, que según la ONU dejaron más de 3.900 muertos y muchos miles de desaparecidos.
Los científicos advierten que este tipo de fenómenos meteorológicos extremos, que afectan a países de todo el mundo, pueden ser cada vez más frecuentes a medida que se acelera la crisis climática, lo que presiona a los gobiernos para que se preparen.
“El calentamiento global cambia las propiedades de las precipitaciones en términos de frecuencia, intensidad y duración”, afirmó Jung-Eun Chu, científica atmosférica y climatológica de la City University de Hong Kong, aunque añadió que la devastación de este verano se debió a una combinación de diferentes factores, entre ellos las fluctuaciones naturales del clima.
Varias personas caminan junto a casas destruidas por las fuertes lluvias e inundaciones en Derna, Libia, el 13 de septiembre de 2023. (Crédito: Esam Omran Al-Fetori/Reuters)
El enorme número de víctimas de las inundaciones también pone de relieve la urgente necesidad de que los gobiernos se preparen para esta nueva realidad, y el modo en que los países más pobres y asolados por conflictos se sitúan en primera línea de las catástrofes climáticas.
Los gobiernos “tienen que estar preparados”, dijo Chu. “Tienen que empezar a pensar en ello, porque nunca antes han experimentado este tipo de fenómenos extremos”.
Una de las peores tormentas en Europa
Este mes, franjas de la región mediterránea se vieron azotadas por la tormenta Daniel, resultado de un sistema de bajas presiones muy fuerte que se convirtió en un “medicane”, un tipo de tormenta relativamente poco frecuente con características similares a las de los huracanes y los tifones que puede causar peligrosas lluvias e inundaciones.
La tormenta, que se formó el 5 de septiembre, afectó primero a Grecia, liberando más lluvia de la que normalmente se ve en todo un año. Las calles se convirtieron en ríos mortales, que sumergieron pueblos enteros y obligaron a los trabajadores de emergencias a rescatar a familias de sus casas inundadas en lanchas neumáticas.
Un hombre carga a una niña y a un perro en el pueblo inundado de Palamas, en el centro de Grecia, el 8 de septiembre de 2023. (Crédito: Angelos Tzortzinis/AFP/Getty Images)
Al menos 15 personas murieron, según el primer ministro de Grecia, Kyriakos Mitsotakis, que la calificó de “una de las tormentas más potentes que han azotado Europa”.
Las inundaciones, que siguieron a devastadores incendios forestales en el país, “tienen las huellas del cambio climático”, dijo este martes a CNN el ministro de Medio Ambiente de Grecia, Theodoros Skylakakis.
“Hemos tenido el verano más cálido jamás registrado. El mar estaba muy caliente, lo que provocó este fenómeno meteorológico único”, afirmó.
Una zona inundada tras la tormenta Daniel en Megala Kalyvia, Grecia, el 9 de septiembre de 2023. (Crédito: Giannis Floulis/Reuters)
La vecina Turquía también sintió el impacto, al registrar al menos siete muertes. Los habitantes de las zonas boscosas tuvieron que vadear aguas que les llegaban hasta las rodillas, rodeados de árboles caídos, mientras que en algunas zonas de Estambul, la mayor ciudad del país, se produjeron inundaciones repentinas mortales que dejaron al menos dos personas muertas.
En Bulgaria, al norte de Grecia, también se registraron graves inundaciones, con al menos cuatro muertos confirmados.
En el resto de Europa, otra tormenta – la tormenta Dana – provocó lluvias torrenciales en España, y causó daños en viviendas y la muerte de al menos tres personas.
Devastación en Libia
Con mucho, el impacto más devastador se sintió en Libia, cuando la tormenta Daniel se desplazó por el Mediterráneo, ganando fuerza gracias a las aguas inusualmente cálidas del mar, antes de descargar lluvias torrenciales en el noreste del país.
Las catastróficas precipitaciones causaron el colapso de dos presas, desatando una ola de 7 metros (23 pies), según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). El agua se precipitó hacia la ciudad costera de Derna, donde arrasó barrios enteros y arrastró viviendas al océano.
Más de 3.900 personas han muerto y al menos otras 9.000 siguen desaparecidas, según la ONU, y se cree que muchas fueron arrastradas mar adentro o sepultadas bajo los escombros.
Mientras el país se tambalea y las operaciones de búsqueda y rescate se vuelven desesperadas, los expertos afirman que la magnitud de la catástrofe se ha visto enormemente magnificada por una combinación de factores entre los que se incluyen unas infraestructuras en ruinas, advertencias inadecuadas y los efectos de la aceleración de la crisis climática.
“Se trata de una tragedia en la que el clima y la capacidad han colisionado para causar esta terrible, terrible tragedia”, dijo este viernes el jefe de ayuda de la ONU, Martin Griffiths.
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Libia lleva casi una década asolada por una guerra civil y un estancamiento político, con la nación dividida entre dos administraciones rivales desde 2014, una de las cuales no está reconocida por la mayor parte de la comunidad internacional y controla la región donde se encuentra Derna.
El estado fragmentado del país norteafricano ha hecho que no esté preparado para las inundaciones, dicen los expertos, y puede obstaculizar la entrega de la ayuda humanitaria que se necesita con urgencia.
“La situación en Libia no ha dejado de deteriorarse debido a años de conflicto e inestabilidad, agravados por los efectos del cambio climático”, declaró Ciaran Donnelly, vicepresidente senior de Respuesta a Crisis, Recuperación y Desarrollo del Comité Internacional de Rescate.
“A nivel mundial, el cambio climático ha hecho que estos fenómenos meteorológicos extremos sean más frecuentes e intensos, lo que dificulta aún más a las comunidades hacer frente a la situación y reconstruir, especialmente en las regiones afectadas por conflictos”, añadió.
Duelo de tifones en Asia
Aunque la magnitud de la devastación y la pérdida de vidas humanas fue menor en Asia, también ha contado con tormentas mortíferas y sin precedentes.
Dos tifones -Saola y Haikui- atravesaron la región con pocos días de diferencia durante la primera semana de septiembre, causando daños generalizados en la isla autónoma de Taiwán, la ciudad Hong Kong y otras partes del sur de China, incluida Shenzhen.
Aunque el tifón Saola cerró las escuelas y los comercios de Hong Kong durante dos días, los verdaderos daños se produjeron una semana después, cuando la ciudad fue azotada por una tormenta repentina, con inundaciones repentinas que sumergieron estaciones de metro y dejaron atrapados en las carreteras.
Según las autoridades de Hong Kong, la tormenta provocó la mayor precipitación por hora desde que se iniciaron los registros en 1884.
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En Taiwán, el tifón Haikui dejó decenas de miles de hogares sin electricidad y más de 7.000 residentes fueron evacuados.
Los dos tifones fueron un “caso excepcional” que creó las condiciones para una tormenta inusualmente severa la semana siguiente, dijo Chu. Los tifones trajeron dos masas de aire de movimiento lento, ambas cargadas de humedad y viajando en direcciones diferentes, que chocaron y arrojaron el agua sobre Hong Kong.
“Si solo hubiera un tifón, no se producirían precipitaciones tan intensas”, explicó. Añadió que, aunque el suceso no está explícitamente relacionado con el cambio climático – los tifones convergentes se produjeron “por casualidad” –, el calentamiento global provocado por el hombre está contribuyendo a alimentar tormentas más fuertes.
“Si el clima se calienta, si la superficie (del océano) se calienta, la atmósfera puede retener más humedad”, explicó. “Si la temperatura aumenta un grado, la atmósfera puede retener un 7% más de humedad”.
Chu señaló la historia de los registros de precipitaciones por hora en Hong Kong. En el pasado, solían transcurrir décadas entre un récord de precipitaciones y otro, pero las diferencias se reducen rápidamente. A medida que el mundo se calienta, los fenómenos meteorológicos extremos que antes se producían una vez en la vida son cada vez más frecuentes.
Lluvias torrenciales en América
Algunas partes de América también se inundaron. Brasil registró más de 30 muertes la semana pasada tras las fuertes lluvias e inundaciones en el estado de Rio Grande do Sul, el peor desastre natural que ha azotado el estado en 40 años, según la afiliada regional de CNN, CNN Brasil.
La meteoróloga brasileña Maria Clara Sassaki declaró a CNN Brasil que, en menos de una semana, el estado había recibido la cantidad media de precipitaciones prevista para todo el mes de septiembre.
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Mientras tanto, en Estados Unidos, el festival Burning Man encabezó los internacionales después de que un fuerte aguacero azotara la zona y obligara a decenas de miles de asistentes a conservar alimentos y agua mientras se encontraban varados en el desierto de Nevada.
En tan solo 24 horas, la remota zona se vio afectada por precipitaciones de hasta 0,8 pulgadas, aproximadamente el doble de la media de septiembre.
En el extremo opuesto del país, las inundaciones en Massachusetts dañaron cientos de hogares, empresas e infraestructuras, incluidos puentes, presas y vías férreas. Las precipitaciones en algunas zonas de Massachusetts y New Hampshire superaron en más de un 300% los volúmenes normales durante las dos últimas semanas, según datos del servicio meteorológico.
Conductores intentaron cruzar una calle inundada el lunes en Leominster, Massachusetts, el 11 de septiembre de 2023. (Crédito: Rick Cinclair/Worcester Telegram & Gazette/AP)
Los expertos afirman que las temperaturas récord de los océanos han impulsado una hiperactiva temporada de huracanes en el Atlántico que no muestra signos de desaceleración.
Más del 90% del calentamiento global de los últimos 50 años se ha producido en los océanos, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica.
Phil Klotzbach, investigador científico del Departamento de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Estatal de Colorado, explicó a CNN que esto significa que pueden formarse más tormentas de las que serían posibles en un año típico de El Niño. Incluso las tormentas que se debilitan debido a cambios en el viento pueden seguir vivas y ganar fuerza de nuevo una vez que encuentran mejores condiciones.
Taylor Ward, Sana Noor Haq, Celine Alkhaldi, Eyad Kourdi, Hamdi Alkhshali, Mostafa Salem, Kareem El Damanhoury, Nadeen Ebrahim, Laura Paddison, Chris Liakos, Christian Edwards, Louise McLoughlin, Brandon Miller, Elizabeth Wolfe y Mary Gilbert, de CNN, contribuyeron a este reportaje.
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