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Meses de planificación y días de secretismo condujeron al histórico viaje de Joe Biden a Kyiv

Alexandra Ferguson

Varsovia, Polonia (CNN) — Alrededor de las 7 p.m. ET del sábado por la noche, el presidente Joe Biden estaba en Washington en una cita por San Valentín, degustando unos rigatoni con ragú de salchicha al hinojo antes de regresar con su esposa a la Casa Blanca.

La siguiente vez que fue visto en público fue 36 horas más tarde, saliendo de la catedral de San Miguel de Kyiv en un radiante día invernal, mientras las sirenas antiaéreas sonaban como recordatorio tanto de los riesgos como de las razones para visitar Ucrania, que se adentra a su segundo año de guerra.

El viaje de Biden, envuelto en secreto y cargado de historia, fue el resultado de meses de planificación por parte de un puñado de sus asesores principales, que reconocieron hace tiempo la importancia simbólica de visitar la capital ucraniana un año después de que Rusia intentara capturarla.

“Un año después, Kyiv sigue en pie”, declaró Biden este lunes. “Y Ucrania sigue en pie. La democracia sigue en pie”.

Sin embargo, fue algo más que simbolismo lo que llevó a Biden a soportar el importante riesgo de visitar una zona de guerra activa sin medios militares estadounidenses significativos sobre el terreno.

En conversaciones a puerta cerrada mantenidas este lunes en el Palacio Mariinsky, Biden trató de entablar un debate detallado y urgente con el presidente Volodymyr Zelensky sobre la próxima fase de la guerra, que, según funcionarios estadounidenses, ha llegado a un punto crítico.

El avance de la guerra en los próximos meses dependerá en gran medida del apoyo continuado de Estados Unidos, que Biden prometió este lunes que sería incesante. Si su mensaje pretendía tranquilizar a los ucranianos, también pretendía recordar a los estadounidenses que lo que está en juego en el conflicto va mucho más allá de las fronteras de Ucrania.

Un secreto hasta el último minuto

“Esto va mucho más allá de Ucrania. Se trata de la libertad de la democracia en Europa, se trata de la libertad y la democracia en general”, dijo, con su corbata azul y amarilla como guiño a sus anfitriones ucranianos.

Mantener en secreto los planes de Biden exigió medidas extraordinarias por parte de la Casa Blanca. En las semanas previas al viaje de Biden, tanto él como sus principales colaboradores descartaron repetidamente la posibilidad de un viaje a Ucrania. Se hizo todo lo posible por mantener esa postura en la hora previa a la llegada sorpresa de Biden a Kyiv.

Ello se debió en parte a la naturaleza fluida del propio viaje. Aunque el reducido círculo de funcionarios de la Casa Blanca que participó en la planificación confiaba en que se trataba de una empresa factible, la realidad de enviar a un presidente a una zona de guerra en la que Estados Unidos no tenía control sobre el espacio aéreo era desalentadora.

La decisión final se tomó en una reunión en el Despacho Oval el viernes por la noche, cuando Biden dio luz verde definitiva. Una vez iniciado el viaje, los funcionarios estadounidenses tomaron medidas para notificar a Moscú sus planes, un intento de “resolución de conflicto” destinado a evitar un desastre impensable mientras Biden estaba sobre el terreno.

En Washington, sin embargo, hubo que mantener el secreto para que todo saliera bien.

El domingo no se avisó a los periodistas que Biden ya no estaba en Washington. La agenda oficial de la Casa Blanca, hecha pública el domingo por la noche, seguía indicando su salida hacia Polonia este lunes a las 7 p.m. ET.

Su principal portavoz de seguridad nacional negó que existiera la posibilidad de que el presidente visitara Ucrania en una entrevista emitida el domingo por la mañana.

“Vamos a seguir utilizando nuestro poder de convocatoria, para reunir al mundo, para impulsar el apoyo a Ucrania, pero no hay planes para que el presidente visite Ucrania en este viaje”, dijo el portavoz del Consejo Nacional de Seguridad, John Kirby, en una entrevista en “The Sunday Show with Jonathan Capehart” de MSNBC.

Pero en ese momento, Biden ya había despegado de la Base Conjunta Andrews horas antes, no en el avión habitual que es sinónimo de Air Force One, sino en un C-32 más pequeño de la Fuerza Aérea.

A bordo solo había un pequeño grupo de asesores de alto nivel, un reportero y un fotógrafo, a quienes se les retiraron los dispositivos electrónicos antes de partir.

Un viaje de 10 horas en tren a través de Ucrania

Harían una parada para cargar combustible en una base estadounidense en Alemania antes de continuar el vuelo hacia Polonia. Mientras volaba hacia el este, Biden se centró en planificar sus conversaciones con Zelensky, con la esperanza de utilizar sabiamente su tiempo para hablar de los próximos meses de lucha.

Biden aterrizó en Rzeszow, la ciudad polaca en la que se detuvo en marzo del año pasado para visitar a las tropas estadounidenses desplegadas cerca de la frontera ucraniana y los esfuerzos humanitarios de apoyo a los refugiados ucranianos. Durante esa visita, hace 11 meses, aludió a lo que se convirtió en un viejo deseo de prolongar su viaje un poco más hacia Ucrania.

“Estoy aquí en Polonia para ver de primera mano la crisis humanitaria y, francamente, parte de mi decepción es que no puedo verla de primera mano como lo he hecho en otros lugares”, dijo Biden entonces. “No me dejan, supongo que comprensiblemente, cruzar la frontera y echar un vistazo a lo que está pasando en Ucrania”.

Esta vez, con un mayor número de medios aéreos estadounidenses vigilando de cerca la frontera polaca, Biden podría hacer el viaje. Biden, su pequeño contingente de asesores y el Servicio Secreto que viajaba con él se embarcaron en el tren hacia Kyiv para realizar el viaje de unas 10 horas hasta el centro del país devastado por la guerra.

Fue la culminación de un proceso que comenzó meses antes, cuando Biden vio cómo un desfile de sus homólogos extranjeros realizaba cada uno el viaje a Ucrania.

Empezaron a visitar Kyiv en marzo de 2022, cuando los primeros ministros de Polonia, Eslovenia y la República Checa llegaron en tren. El entonces primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, visitó el país el 9 de abril, seguido de las visitas del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, el canciller de Alemania, Olaf Scholz, el presidente de Francia, Emmanuel Macron y el entonces primer ministro de Italia, Mario Draghi.

El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, y el secretario de Defensa, Lloyd Austin, visitaron Kyiv el 25 de abril para reunirse con Zelensky. Incluso la primera dama, Jill Biden, realizó una visita sorpresa el Día de la Madre del año pasado a una pequeña ciudad del extremo suroccidental de Ucrania. Se reunió con la primera dama de Ucrania, Olena Zelenska.

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Un riesgo que Biden “quería correr”

En la fase de planificación de este viaje se le presentaron varias opciones a Biden, pero decidió que solo la capital, Kyiv, tenía sentido como lugar de reunión, según una persona familiarizada con el asunto.

El presidente nunca consideró seriamente otros lugares: si iba a ir a Ucrania, quería ir a Kyiv.

Cuando se informó a Biden durante varios meses sobre la planificación de una posible visita, la persona dijo que Biden solo expresó una vez su preocupación por el riesgo de una visita a Ucrania, pero que se refería a la medida en que su visita podría poner en peligro a otros, en lugar de a su propia seguridad. Otros funcionarios estaban muy preocupados por la propia seguridad de Biden y prepararon una serie de planes de contingencia de seguridad para el viaje.

“Era un riesgo que Joe Biden quería correr”, dijo la directora de comunicaciones de la Casa Blanca, Kate Bedingfield.

“Para él es importante presentarse, incluso cuando es difícil, y dio instrucciones a su equipo para que lo hiciera, por muy difícil que fuera la logística”.

Este lunes, una vez concluido el viaje, el asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan declinó decir si Biden tuvo que desautorizar a funcionarios del Servicio Secreto o militares para proceder con el viaje.

“Recibió una presentación completa de un plan de seguridad operativa muy bueno y muy eficaz. Escuchó esa presentación, quedó satisfecho de que el riesgo era manejable y finalmente tomó la decisión (de ir)”, dijo Sullivan.

— Jeremy Diamond contribuyó con este reportaje.

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